domingo, agosto 12, 2007

SER O NO SER CHOLO EN EL PERÚ


Juan Manuel Sosa
Ciudadano constructor

I
Seguramente usted ha visto nuestro afiche, ése multicolor que llama la atención sobre que TODOS SOMOS CHOLOS.

¿Será verdad que todos lo somos? ¿Qué es ser cholo? ¿Porqué llamar la atención sobre este tema? En esta página intentaremos dar cuenta sobre todos estos asuntos, aunque –es inevitable– de manera inacabada. Y es que las respuestas a las interrogantes planteadas no deberán buscarse principalmente aquí, sino en la calle, en el encuentro con los demás, dentro de nosotros mismos, cuando no se traten de respuestas en (irrefrenable) construcción.

En cada entrada (o post) de podercholo.blogspot.com es lo que hemos intentado: leer nuestra realidad y tomar posición frente a ella. Eso es lo que compartiremos con usted, cholo o chola que se anime a entrar al blog y leernos.


II
Precisemos: esa no es una página académica, que pretenda hacer ciencias sociales (aunque damos cuenta de algunos aportes en ese ámbito). Tampoco es un espacio de oportunistas para el publicherry y el figurettismo, típico de los políticos mediáticos –y, sobre todo, de los políticos de medio pelo–. Menos aun somos un grupo que se cuelga del temita de moda, siendo inconsecuentes y hablando a media voz, en actitud inconfundiblemente caviar.

Para el partido político Constructores Perú afirmar que TODOS SOMOS CHOLOS es reconocer una realidad evidente, reflejo de una nueva peruanidad ya cimentada y todavía en construcción.

Sin embargo, esta realidad no es fácil de asumir, pues el orden establecido excluyente –en el que todos nos vemos finalmente envueltos– hace difícil reconocer y reivindicarnos tal como somos, y luchar contra la estigmatización de la mayoría de peruanos, sea por su idiosincrasia, cultura, color de piel o situación económica.

Muchas cosas han pasado desde que en Constructores Perú decidimos explorar en nuestra identidad peruana, para finalmente caer en cuenta de que este es un aspecto imprescindible en un proyecto político peruano que promueva reales cambios en el país. Al respecto, sería muy largo detenernos en este proceso de discusión sobre lo cholo –que tiene ya algunos años–, pero sí creemos necesario dejar anotadas unas pocas cosas.

En primer lugar, sobre nuestra opción por el término “cholo”. Tal vez la más fácil reacción ante una expresión polémica y de afianzada connotación negativa –como “cholo”– es buscar otro término que permita ahorrar el esfuerzo (y desgaste) de intervenir en una discusión que podría distraernos de lo que realmente queremos señalar sobre la identidad peruana. Pero desde el inicio sabíamos que esto de participar de la cosa pública no sería nada fácil. Sí pues, el término resulta incómodo para algunos, y nosotros hemos apostado inclusive por cuestionarnos sobre este malestar. No es gratuito que “lo cholo” cause escozor y, justamente por eso, asumirnos cholos es mucho más que un acto de auto-reconocimiento, es una reivindicación de esta nueva peruanidad relegada y una afirmación ineludible para la construcción de una república verdaderamente inclusiva.

Algunos destacan el origen vejatorio del término, supuestamente vinculado al nombre de algunos perros nativos, de mala raza ante los ojos de los invasores. Y supuestamente nos haría daño reconocernos con un término así de insultante. No obstante, lo cierto es que tanto el término como sus connotaciones ya no dependen de ese origen perdido en la historia; las cargas negativa y positiva que actualmente tiene “lo cholo” exceden a la anecdótica creación del término y, por el contrario, son reflejo de una realidad viva: una cultura en pleno auge y el rezago de una idiosincrasia excluyente y racista.

Todos han de reconocer que lo cholo comprende al mestizaje peruano en sus matrices más reconocibles: la andina y la occidental (primero española, luego de diversa índole). Pero en Constructores Perú, además, afirmamos que lo cholo abraza al mestizaje peruano en sus ricas y diversas expresiones, recogiendo diversos aportes y volcándolos en nuestra peruanidad. Por eso, consideramos a lo cholo no solo como lo mayoritario en el país –en tanto vinculado con lo andino y lo migrante–, sino que reconocemos a todo el país como uno esencialmente cholo, mestizo de tantas formas.

En segundo lugar, en Constructores Perú asumimos nuestra choledad en términos culturales, no simplistamente raciales. Efectivamente, frente a iniciativas puristas y racistas, consideramos que una lectura real y no demagógica de nuestro país dará cuenta de que nuestros modos y temperamento son mestizos; hemos imbricado en nuestras vidas los aportes y las tradiciones de diversas culturas, creando una distinta, que ya puede distinguirse y que continúa en pleno desarrollo.

Así, sostenemos que la choledad no se lleva en la piel, sino en nuestra forma de ser social e individual. Para reconocernos en esta peruanidad poco importa la pigmentación, las facciones o la forma de hablar, más importan los actos y sentimientos de pertenencia a esta cultura chola. Ahora bien, algunos –prejuiciosos y enfermos racistas– querrán vincular la choledad solo con los aspectos más impresentables de nuestra idiosincrasia, para denigrar este reconocimiento colectivo. Pero vicios y errores no son ni mayoritarios ni inherentes a nuestra peruanidad chola; quien quiera verlo así, o se venda los ojos para no reconocer el auge pacífico y progresista de lo mestizo o, reconociéndole, recurre a la mentira y la injuria para defender el status quo que le beneficia.

No obstante, si bien para nosotros la choledad no es un asunto racial, no desconocemos que existe una marcada discriminación por nuestro color y rasgos físicos, ante la cual nos indignamos y subvertimos. Constructores Perú resiste y enfrenta todo tipo de discriminación y postergación, principalmente la económica, que es la más perversa de todas las formas de exclusión. En tal sentido, apostamos por lo cholo como una forma de reconocernos y valorarnos unos a otros como iguales, en una comunidad en la que todos podamos vivir de forma digna.

Como tercer punto, si bien nuestra campaña enfatiza el tema de nuestra peruanidad mestiza, no debe perderse la perspectiva de que la choledad es uno entre otros asuntos fundamentales que en Constructores consideramos imprescindibles para el cambio del país.

En efecto, actualmente hemos desarrollado algunas tesis políticas que consideramos de principal importancia para la construcción de un país de todos y para todos. Tenemos tesis políticas sobre pobreza y exclusión, sobre poder y ciudadanía, sobre identidad y sobre educación; algunas anteriores sobre la relación entre Estado y mercado, otras sobre descentralización; y venimos trabajando últimamente unas referidas a la generación de riqueza y al papel de las élites sociales y políticas para la transformación del país.

Es en el marco de nuestras tesis sobre identidad peruana que consideramos a lo cholo como elemento integrador de lo multicultural –que suele señalarse como lo diverso, desintegrado y hasta enfrentado–. Como se puede apreciar en nuestras tesis, nosotros no obviamos las diferencias culturales existentes, pero creemos que incluso con ellas el mestizaje se ha dado y ha forjado una renovada peruanidad, de la que todos somos parte.

En cuarto y último lugar, es necesario precisar que Constructores afirma la existencia de una identidad nacional, pero no nos consideramos “nacionalistas”, peor aun en los términos que algunos se consideran en nuestro país. Sí creemos en la forja de una nación peruana, que ya podemos vislumbrar, pero no creemos en hacer de la nación un “ismo” demagógico e hipócritamente pendenciero. Amamos a nuestra patria, en tal sentido nos reconocemos patriotas convencidos y ponemos nuestras fuerzas al servicio del país, pero no nos asumimos ni patrioteros ni nacionalistas.

Precisando más: en nuestro proyecto creemos en la democracia como diálogo de todos, de allí nuestra apuesta por el reconocimiento mutuo y la ciudadanización. Creemos en una ciudadanía de derechos y libertades, pero que no olvida los deberes de la persona con respecto a los demás y a su comunidad. Creemos que debe cumplirse la promesa de una república peruana donde todos podamos desarrollarnos, y que cumplirlo es más posible ahora que antes. Creemos que los cambios solo serán superficiales mientras no se solucione principalmente el doloroso asunto de la pobreza. Por todo ello, creemos también que en nuestro país las transformaciones sinceras han de ser finalmente transformaciones radicales, porque deberán incidir de manera decisiva en la raíz de nuestros problemas.


III
Con lo anotado, nuestra noción sobre lo cholo abarca el mestizaje del que todos los peruanos formamos parte. Todos somos cholos. Pese a esto, el país no termina de encontrarse consigo mismo; peor aun, quienes tienen capacidad para decidir y realizar los cambios que el país merece, viven y gobiernan de espaldas a las necesidades e intereses de esta nueva peruanidad.

Por ello es necesario y hasta inevitable reivindicar nuestros intereses nuevos y distintos, nuestras necesidades postergadas, nuestras aptitudes y cosmovisiones desestimadas por las seudo-élites nacionales. Es necesario participar, intervenir, construir. Construir un país de todos y para todos los peruanos: una verdadera república de ciudadanos.

De eso se trata esto de TODOS SOMOS CHOLOS.

Entonces, bienvenido al blog podercholo.blogspot.com. Bienvenido, hermano o hermana en esta nueva peruanidad.

domingo, octubre 15, 2006

LA ESPERANZA



La Esperanza es uno de los elementos centrales en la vida humana. Es esperar por un futuro distinto y mejor.

Hay esperanza cuando hay utopía, y hay utopía cuando hay identidad. La identidad es el reconocimiento de lo que uno es, para lo que se ha convertido la historia personal en experiencia de vida.

Hay utopia cuando se conoce el pasado, nuestra identidad, y por lo tanto se quiere un futuro distinto, donde aquello que no nos gusta del hoy se vuelve base para ese mañana.

La Esperanza se genera desde la convicción de que el ser humano puede transformar su historia, por lo tanto puede tornar su utopía en realidad histórica concreta.

domingo, junio 11, 2006

EL DESARROLLO HUMANO


SOBRE LA NOCIÓN DEL DESARROLLO HUMANO
La noción de desarrollo surge en la modernidad, como consecuencia de una nueva manera de entender el mundo partiendo de conceptuar la vida a partir de parámetros históricos y temporales. En buena cuenta, el hombre asume racionalmente su situación de temporalidad y, por lo tanto, le da contenido histórico a su permanencia en este mundo.
En ese esquema, se origina una primera noción de desarrollo conforme a la cual este se produce cuando hay una mejora sustantiva de las capacidades para afrontar la propia vida. Esta noción, fue muy pronto dejada de lado en razón al carácter mecanicista que se le imprimió al enfoque historicista moderno. Así, se fue desarrollando una lógica denominada posteriormente como “capitalista”, que tomando en cuenta los avances del positivismo (que decretó la idea de que el hombre requiere conquistar y gobernar la naturaleza, transformándola para su propio beneficio y utilización), incremento la noción de acumulación como obtención de recursos para la satisfacción de necesidades humanas.
Curiosamente, en el caso de América Latina, en los años sesenta y setenta del siglo XX, los sectores progresistas generaron una noción sobre el desarrollo desde el aspecto económico, según la cual su logro era un asunto tecnocrático y de planificación, que no suponía un cambio sustantivo en la existencia humana, la estructura de clases o el poder. Esta noción “desarrollista” suponía medir el grado de desarrollo de un país “en vías de desarrollo” comparando su producto real o su renta per cápita con los de un país considerado entre aquellos que han logrado un alto nivel de desarrollo. Así, el desarrollo era ante todo un aumento de la riqueza o, a lo sumo, una elevación de los niveles de bienestar.
Como se puede ver, los enfoques sobre el desarrollo se plantearon como el crecimiento del producto interno bruto, el incremento de los ingresos personales, los niveles de industrialización, el avance tecnológico, o con la modernización social (en América Latina). En todos estos esquemas, el desarrollo vendría a ser la evolución cuantitativa de la situación de las personas, de manera que éstas mantengan mayores recursos que le permitan satisfacer sus necesidades.
Justamente en este período es que se desarrolla la noción de “capital humano” (construida abundantemente por Gary Becker a partir de 1964), que se define como el conjunto de las capacidades productivas que un individuo adquiere por acumulación de conocimientos generales o específicos. El conocimiento no se mide más que por su contribución monetaria y no porque pueda aportar a un proceso de acumulación y de conocimiento más allá del ámbito económico. La teoría del capital humano niega, así, el carácter colectivo del proceso de acumulación de conocimiento, haciendo del individuo un ser que maximiza sus rentas futuras optando por trabajar y formarse.
Dicha noción fue un elemento clave en el progreso humano durante el siglo XX, permitiendo avances significativos de las libertades y la conquista de importantes logros de crecimiento y bienestar en las naciones más desarrolladas. No obstante, su centralización en el aspecto económico origino que se ignoraran sistemáticos recortes a la idea de libertad humana, que según Amartya Sen, debe ser el eje central del concepto de desarrollo por dos razones: (i) la evaluación del desarrollo tiene que ser hecha en términos de sí la libertad que la gente tiene es optimizada; y (ii) el éxito del desarrollo finalmente depende de la capacidad de la gente de actuar libremente.
En ese sentido, para Sen, la relación entre las libertades individuales y los logros del desarrollo social debe ir más allá de su vínculo visible, de modo que la libertad humana depende de otros elementos determinantes como las instituciones sociales y políticas. En ese sentido, el énfasis debe variar de ver la acumulación de capital en términos físicos, a un proceso en el que la productividad cualitativa de los seres humanos sea una parte integral de este proceso.
Así, el nuevo enfoque debe ser el de las capacidades humanas, conforme al cual se mide las oportunidades reales de un individuo para alcanzar sus objetivos. El conjunto de capacidades son las libertades que disfrutan los individuos; esto es, el conjunto de alternativas de donde el individuo puede escoger para vivir una vida de mejor calidad, de modo que el rol del crecimiento económico en expandir estas oportunidades tiene que ser integrado en las bases del marco conceptual del proceso de desarrollo como la expansión de las capacidades humanas para vivir vidas más significativas y más libres.
Así, el proceso de desarrollo se redimensiona, de manera que adquiere nuevos alcances. Ya no puede entenderse como crecimiento en acumulación de capital sino como la obtención de capacidades para enfrentar la propia vida y, por lo tanto, decidir el proyecto propio. De esta manera el desarrollo implicará la prolongación de la vida no solamente en lo que respecta a hacerla lo más larga posible sino también respecto a la elevación de su calidad, de manera de hacerla más completa en todos los sentidos posibles. Entonces, el nuevo significado de lo que es vivir no se basa en lo que la gente tiene sino en lo que la gente es y hace.
En ese sentido, desde mi perspectiva personal, se podrá entender por desarrollo a aquel estado social que permite que cada ciudadano en particular se encuentre en capacidad de decidir –con una libertad razonable- el proyecto de vida que debe seguir, para lo cual el conjunto social le habrá provisto de capacidades mínimas que le permita encarar claramente ese proyecto de vida.
Como se puede ver, mi noción de desarrollo se centra en el SER HUMANO, de modo que se pueda encontrar una forma de vida diferente y mejor, fortaleciendo las capacidades necesarias para construir una sociedad de ciudadanos. En tal sentido, debe promoverse la igualdad inclusiva de oportunidades para todos, lo que implica garantizar una igualdad de condiciones básicas para el desarrollo personal que garantice a absolutamente todos la satisfacción de cuanto menos las necesidades mínimas (materiales y espirituales), lo que incluye asegurar que las generaciones actuales hagan un uso consciente y eficiente de los recursos, de modo que se asegure las óptimas condiciones de vida presente sin menoscabar las óptimas condiciones de vida de las generaciones futuras. Estas óptimas condiciones de vida implican la convivencia con la máxima biodiversidad posible.

viernes, junio 09, 2006

LA HISTORIA

DEBER DE CONTRIBUIR - Primeras Aproximaciones



ENFOQUE CONSTITUCIONAL DEL DEBER DE CONTRIBUIR
Primeras aproximaciones sobre su contenido en el Perú
Nos queda claro que la lucha por las libertades humanas y por las limitaciones del poder político tienen un hito importante en el nacimiento de la noción moderna del tributo.
En la presente ponencia desarrollaremos de manera general los alcances del Deber de Contribuir en la experiencia peruana, destacando en primer lugar la perspectiva constitucional de la materia tributaria, luego revisaremos sucintamente la noción del Deber de Contribuir y la escasa idea y visión del tema por parte del constituyente peruano, lo cual se ve reflejado en gran parte de nuestras constituciones. A continuación pasaremos revista al desarrollo jurisprudencial del Tribunal Constitucional (TC) peruano que ha colaborado, en gran parte, en la configuración de este principio base del régimen tributario, con pronunciamientos que sin duda han marcado un antes y un después para el desarrollo constitucional de las instituciones tributarias.
No obstante este reconocimiento, nos adelantamos en sostener que notamos una insuficiencia en el desarrollo de la conceptualización del deber de contribuir, por lo que al final damos cuenta de algunos temas pendientes de abordar.

...Continúa

miércoles, mayo 31, 2006

EL DERECHO

LA TEOLOGÍA

LA POLITICA

jueves, marzo 09, 2006

LA DEMOCRACIA - UN DIALOGO DE TODOS

LA DEMOCRACIA COMO DIALOGO DE TODOS
Una propuesta de acción para los próximos meses

En el año 2000, luego de la caida del Régimen Autoritario de A. Fujimori en el Perú, participe en el Colectivo EGRESADOS POR LA DEMOCRACIA. No bien entrado se me encargó preparar un documento que organice las ideas de una reunión - parrillada y plantee líneas de acción futura.
Propongo el texto para discusión pues vuelve a ser propicio en varios paises de América Latina.

INTRODUCCIÓN
De las últimas reuniones de EGREDEM se ha podido notar cierto aire a reconocer que se ha terminado una etapa del desarrollo de la institución y que se abre una nueva, llena de posibilidades, limitaciones y esperanzas. Lo que no está claro es en que consiste esta nueva etapa, cuales son los límites conceptuales y prácticos de la acción política y cuales serían las "estrategias de actuación" que deberían tomarse.
El concepto a la base de este camino que se avecina fue acertadamente logrado por los propios miembros: "Democracia como dialogo de todos". Detrás de esta frase hay una profundidad conceptual que merecía ser desarrollada y estructurada.
Esa es la propuesta que se abre con este documento de trabajo, que intenta aportar algunas ideas para discutir, tomando en cuenta que se trata sólo de un perfil que deberá ser completado, ampliado, desarrollado o incluso negado en próximas reuniones de la institución. En todo caso se intenta platear algunas ideas provocadoras para la discusión.
EL OBJETIVO DE UNA PRIMERA ETAPA: Democracia como sistema de gobierno
No cabe duda alguna que EGREDEM nace y se desarrolla dentro de un contexto nacional marcado cuanto menos por tres escenarios de crisis: la crisis del poder institucional, la crisis de valores de los actores políticos, sociales y económicos, y una crisis económica profunda que niega el desarrollo sostenido de la mayoría de la población.
En cuanto al primer escenario, queda decir que la exposición externa de la crisis fue el copamiento del Estado por un grupo de poder –no partidarizado pero si tribalizado o bandalizado- que quería mantener el control de la sociedad por largo tiempo. Para tal efecto, se mantuvo un tratamiento ambiguo: por un lado se realizaban "actividades democráticas" (elecciones, mantenimiento de niveles de oposición en el Congreso, etc), pero por otro, éstas se encontraban abiertamente manipuladas desde el Gobierno a fin de torcer u obnubilar la voluntad popular.
El segundo escenario recién pudo ser visto luego que el régimen fujimorista cayó, suponía que el conjunto de actores alrededor del poder (políticos, militares, empresarios, comunicadores televisivos, etc.) habían –de una u otra manera- tomado contacto con el gobierno en busca de prebendas u oportunidades de desarrollo personal o económico. El iceberg que se vio al comienzo de la actividad de EGREDEM fue la situación de los Congresistas que cambiaban de bancada fundamentalmente por un asunto económico (el "transfugismo").
El tercer escenario de crisis, que no fue percibido como ligado a las dos anteriores, estaba planteada por un modelo de desarrollo que arroja cada vez más del sistema a gran cantidad de seres humanos. En ese sentido, se vive en una sociedad en la que casi la mitad de la población vive en situaciones de extrema pobreza.
Estos tres escenarios son realmente negadores de la plenitud de la experiencia democrática; sin embargo, resulta evidente que la acción política en este marco tenía como finalidad la lucha contra los dos primeras situaciones, que como hemos visto eran más evidentes y visibles. El planteamiento estaba centrado en hacer caer el gobierno fujimorista y sostener el desarrollo de un sistema de elección de las autoridades que permitiera la prevalencia de la voluntad ciudadana.
Por ello, la lucha se hizo por el establecimiento de un sistema democrático representativo (democracia política), a través de mecanismos directos de participación civil como marchas y actos simbólicos de rechazo a la dictadura. No obstante, en un segundo momento, se planteó la llamada acción ciudadana de vigilancia electoral (que entre otras cosas suponía la acción de educación electoral y colaboración en garantizar el escrutinio ciudadano).
En ambos casos, el enemigo contra el que luchar aparecía claramente delimitado, de tal modo que permitía posibilidad de acciones concretas y eficaces. El éxito, entonces, estaba de alguna manera asegurado en la medida que el enemigo y las acciones a tomar respondían a claridades establecidas.
Adicionalmente, fue un acierto que EGREDEM pudiera desarrollar la idea –que permanecía desde mucho tiempo atrás- de transitar de la protesta a la propuesta. La propuesta, en esta etapa inicial, quedaba mas o menos configurada por lo que conocemos como Estado de Derecho, separación de poderes y respeto a los derechos ciudadanos.
¿QUÉ ES LO QUE VIENE AHORA EN EL PAÍS?
La etapa anterior ha concluido, hoy se abren agendas nuevas por las que transitar. En primer lugar, es necesaria la reInstitucionalización del reparto del poder, estableciéndose reglas de juego clara para el acceso, mantenimiento y retiro del poder (esa es la razón para el desarrollo de las propuestas de modificación de la Constitución de 1993, el proyecto de Ley de Partidos, la reelaboración de la Ley de Participación Ciudadana, entre otros).
En el mismo sentido, es necesario institucionalizar nuevos espacios democráticos o desarrollar los existentes, manteniendo la vigilancia ciudadana sobre los actos de gobierno (allí se encuentran las propuestas de la Comisión contra la corrupción, la Comisión de la Verdad, la Comisión de revisión del Aparato Estatal, etc).
Pero, además, y esto resulta vital, es el momento de plantear la posibilidad ya no solo de la libertad de los ciudadanos sino de su igualdad social, elemento central de una perspectiva democrática.
Evidentemente, desde una perspectiva sustantiva, esto supone discutir el sentido de la democracia desde el punto de vista económico (empleo, ofertas y demandas, función del Estado en lo económico, responsabilidad de la actividad privada en el uso de los bienes, recuperación de los excluidos del sistema, etc).
De otro lado, sólo en una perspectiva procedimental, este proceso de igualación supone la lucha contra aquello que en el sistema resulte discriminatorio y no permita la concurrencia de todos en igualdad de oportunidades. Ello supone reconfigurar el espacio de poder para permitir que quienes no tengan voz en las decisiones sociales la puedan tener (por si mismos o a través de representantes adecuados).
Decía que resulta vital porque plantear la democracia en estos términos es en el fondo hacer presente esta perspectiva en la vida cotidiana de la población, ahí donde hay necesidad de "sobrevivir". El riesgo de no lograr avances en esta materia podría ser la sucesiva deslegitimación social del sistema democrático.
Efectivamente, la falta del desarrollo de un sistema democrático en el sentido de justo podría originar la vuelta a la vieja discusión sobre los límites de la democracia; de decir que la democracia sólo es una regla de acceso y mantenimiento en el poder estatal que puede crear caos o dispersión en la medida que las acciones resultan menos eficaces que antes. Nótese que históricamente ese ha sido el planteamiento del ciudadano común al comparar el estado de incertidumbre y discusión de un régimen democrático frente al efectismo –siempre publicitado y manipulador- que puede tener una democracia controlada o dictadura de nuevo estilo (la fujimorista).
Y es que la realidad que se nos abre, sobre la que tendremos que plantear propuestas de democracia, refleja ciertamente un estado democrático pero con poca participación ciudadana y una sociedad con poca cultura democrática y masivamente pobre.
LA IDEA DE DEMÓCRACIA QUE HAY QUE AFIRMAR AHORA
Frente a esa nueva realidad, hay que afirmar una nueva arista de la Democracia. No es que antes no estuviera presente sino que ahora necesita ser ampliada y desarrollada. Me refiero a la posibilidad del control ciudadano sobre las acciones estatales como parte de la democracia social, teniendo a la base un valor sustantivo: la necesidad de la búsqueda de iguales condiciones de desarrollo para todos los miembros del conjunto social.
La idea es coadyuvar al desarrollo de una nueva utopía, la de la Democracia participativa. En ese sentido, si tomamos en cuenta que cuando hablamos de utopías hacemos referencia a la existencia de un elemento común: "un bien cognoscible y compartido por todos los miembros de la sociedad (que) permite un orden perfecto", debemos entender a la democracia participativa, en términos de Heinz Dieterich, como el nuevo proyecto histórico de las mayorías.
Ello supondría un cambio cualitativo o cambio en la conciencia de la gente, de tal manera que pasemos a entender que la Democracia es un valor, un modo de vida cuando se vive como un derecho pero a la vez un deber: "vivir en y para la democracia".
Esta conceptualización valorativa de la democracia supera abiertamente a aquella otra que la considera solamente como un sistema de poder, porque entiende a la democracia como una forma de vida. En la lucha entre ambos conceptos se ha establecido una dicotomía falsa: la forma de gobierno –democracia representativa- versus el estilo de vida –democracia participativa-; falsa porque en realidad los dos conceptos se complementan como veremos a continuación:
1. La Representación
"Nuestros representantes son nuestros gobernantes, y sólo pueden ser nuestros gobernantes si efectivamente nos representan", éste era el concepto con el que nace la idea de representación en el mundo moderno.
Se parte del supuesto que la sociedad debe ser "gerenciada" por los ciudadanos, en ese sentido, no todos están dispuestos a hacerlo o no están en posibilidad de hacerlo, por lo que se crean mecanismos de representación para muchos por unos cuantos.
A ese fin se van planteando algunas posibilidades para crear mecanismos de representación. La más lograda y democrática es el voto: se supone que todos tienen derecho a ser representados, pero no todos quieren que los represente la misma persona, deciden ir entonces a elecciones.
Pero, luego del proceso de elección, quien las gana debe saber que no sólo representa a sus electores sino a todos los ciudadanos. Esta última idea es la conocida "ruptura del mandato imperativo" que origina que la representación lo sea de todo el pueblo. Lo contrario significaría fragmentar la soberanía y por tanto se recrearía la forma de participación indirecta.
Como puede verse, a la base de la representación hay una idea absolutamente democrática, que permite ordenar la toma del poder estatal y establecer el procedimiento de elección del "apoderado". En ese sentido, afirmar la perspectiva de respeto a las reglas de juego, a las instituciones y a la propia instancia del voto significa luchar abiertamente por el desarrollo de la experiencia democrática de un país, pero no resulta suficiente.
Efectivamente, la crisis de representación nace debido a que los representantes formales no siempre cumplen su papel de enlace entre el gobierno y los problemas puntuales de una porción de la sociedad. Sectores de la población sienten que su opinión y sus intereses no se ven representados en la instancia de poder; ello lamentablemente ocurre especialmente con los sectores con menos capacidad de decisión en la sociedad (excluidos, pobres, mujeres, etc) porque los otros sectores buscarán siempre algún mecanismo de representación en el camino en base a las influencias que pueden tener.
Entonces, lo que en un inicio era una experiencia de participación dialogal, deja de serlo y obliga a que los ciudadanos participen directamente para cuidar los intereses y los derechos particulares de sus grupos, que de lo contrario se diluirían en el conjunto más amplio de la sociedad.
2. ¿La utopía es la participación ciudadana?
De acuerdo a lo dicho, parecería que la nueva utopía para permitir la plenitud de la democracia es la participación ciudadana al costado de los representantes. De acuerdo a ello, la consigna resultaría clara: hagamos que los ciudadanos participen activamente en los asuntos públicos: mientras más mejor, si son todos será la plenitud y el sistema será perfecto porque habrá eliminado la representación.
El primer problema con el que tropieza esta visión es la realidad del mundo actual (de pensamiento débil dicen algunos, otros lo denominan "postmoderno") en el que los ciudadanos andan más bien preocupados por sus actividades personales o familiares, alejados de los asuntos públicos.
En ese sentido, solo se accede a la perspectiva pública si es que algún bien propio (material o ideal) resulta tocado por los representantes, canalizando su actuación a través de grupos de interés o de acción concreta. Para muchos esta realidad está atribuida a la falta de una auténtica cultura política en el mundo actual, para otros mas bien se trata simplemente de la imposibilidad en las sociedades masificadas del interés por la cosa pública de todos los habitantes.
Desde nuestro punto de vista, el reclamo de la democracia participativa olvida que la participación nunca ha existido de manera perfecta, para todos los individuos ni para todos los casos posibles. Pero a la vez, debe tomarse en cuenta que la representación no existe si no hay participación por lo menos en cuanto a votos.
En esta nueva perspectiva, la participación ha de ser entendida como la forma de controlar y moderar el poder inevitablemente otorgado a los representantes políticos: CON EL VOTO Y MAS ALLA DEL VOTO.
3. Una nueva perspectiva de participación: el dialogo como valor
Si tomamos en cuenta que la participación aparece siempre como un acto social, nadie puede participar de manera exclusiva, privada y para si mismo (recuérdese que participar puede significar –según la Real Academia de la Lengua- tomar uno parte en una cosa, ó, compartir, tener las mismas opiniones, ideas, etc. que otra persona), por ello siempre es necesario cuanto menos la ligazón a otro.
Ahora bien, en cualquier sociedad moderna, es imposible participar de toda la cosa publica, pero igual es imposible no tener ninguna participación en dicha esfera. Por ejemplo, a propósito del derecho al voto blanco, aunque esto podría significar en la práctica una no participación en la acción pública, teóricamente sí significa una opinión dentro de un proceso; de tal manera, que incluso aunque tal sea el voto, se forma parte del proceso de elección de una autoridad que será quien tome el poder finalmente.
Ahora bien, como adelantábamos, no puede participarse en todos los asuntos públicos, porque ello sería virtualmente imposible, no solo por un problema de falta de ubicuidad en el ser humano sino porque los entornos de decisión cada vez se amplían más en extensión conceptual e incluso territorial. La idea de que las personas pueden ser "totalmente participativas" o "participar en todo" no acaba sino siendo una utopía pasada, sin sentido actual, una falsa ideología que puede plantear finalmente el debilitamiento del sistema democrático.
En ese sentido, hay que tomar en cuenta que "la verdadera participación, la que se produce como un acto de voluntad individual a favor de una acción colectiva, descansa en un proceso previo de selección de oportunidades y al mismo tiempo, es decisión de participación en algún otro espacio de la interminable acción colectiva que envuelve al mundo moderno".
Por ello confluyen dos elementos distintos: la circunstancia específica por un lado y la voluntad humana por el otro. En ese sentido, los grados de participación serán determinados por los aspectos culturales de las propias personas.
Siguiendo este razonamiento, aparecerían dilemas y posibilidades de acción:
Los Dilemas son dos:
- "NO TODOS QUIEREN PARTICIPAR AUNQUE PUEDAN, Y NO TODOS PUEDEN HACERLO AUNQUE QUIERAN". Por ello, en cualquier organización, incluso las más espontaneas o efímeras, la distribución de papeles es tan inevitable como necesaria.
"LA PARTICIPACION NO PUEDE DARSE SIN UNA DISTRIBUCIÓN DESIGUAL DE APORTES INDIVIDUALES, NI PUEDE PRODUCIR, INVARIABLEMENTE, LOS MISMOS RESULTADOS PARA QUIENES DECIDEN DE UN PROPÓSITO COMPARTIDO"
Las posibilidades son:
Entender a la democracia como estilo de vida y de conducta publica y privada, lo que supone desarrollar políticas de índole cultural que permitan que el dialogo, la tolerancia, la libertad y la igualdad se estructuren como valores de vida cotidiana.
Entender a la participación pública en un doble sentido: la participación en el poder y la participación propiciando espacios para que los ciudadanos puedan dialogar con el poder.
3. El dialogo con representación de todos
La propuesta supone instituir al dialogo como lo que es: el método para poder resolver las discusiones en sociedades con participantes plurales, distintos en ritmo y fuerza. Por ello, la: tolerancia y el pluralismo se convierten en elementos básicos o condiciones necesarias para el desarrollo de la experiencia de diálogo.
Evidentemente, hay una base racional en la propuesta porque, a decir de N. Bobbio, "la fe en la razón quiere decir confianza en la discusión, en los buenos argumentos, en la inteligencia que dirime las cuestiones oscuras, en contra de la pasión que las hace incluso más turbias y en contra de la violencia que elimina desde el inicio la posibilidad del dialogo"
Así, todos los interlocutores tienen admisión en igualdad de dignidad y derechos. Esa es la razón para que se sustente la necesidad de evitar la violencia en contra de quien disiente de las mayorías.
En ese sentido, abogar por el ejercicio del coloquio –dialogo- se convierte en una de las constantes preocupaciones, en la medida que en una democracia éste representa una modalidad privilegiada de hacer política que intensifica los contactos y la interacción de todos.
En la democracia, se trata finalmente de recuperar el procedimiento racional de establecer reglas de juego que hagan posible acuerdos de calidad entre todas las partes. Con ello, el dialogo pasa a tener un sustento ético político que es "la capacidad para oponerse a cualquier tipo de dogmatismo por medio del intercambio de ideas y del ejercicio del espíritu crítico, entendido como reflexión metódica en contra de la falsificación de los hechos, que es propio del fanatismo".
Nótese sin embargo que de lo que hablamos no es del dialogo entre los actores en la toma de decisión política, porque en ese caso lo que estaríamos haciendo es instrumentalizando el desenvolvimiento de la democracia representativa. De lo que se trata es de explotar las posibilidades planteadas en el punto anterior, teniendo en cuenta los dilemas, a fin de posibilitar que aquellos ciudadanos que no tienen canales adecuados en la discusión pública los puedan tener; ello inevitablemente –cuanto menos en América Latina- supone además mirar la realidad democrática desde el lado de los no incluidos, quienes justamente no pueden vivir en plenitud la experiencia democrática.
En ese sentido, que duda cabe que la igualdad se convierte en un sustento del desarrollo de la democracia, la libertad ya esta concedida con la representación para algunos, pero es con la participación dialogante que se hace igualitaria para todos.
Recuérdese, por eso, que "La idea de que el y sus procedimientos puedan separarse de los valores sustantivos es un espejismo. También lo es la idea de que un régimen democrático podría recibir de la historia... individuos democráticos que le harían funcionar. Tales individuos sólo pueden ser formados dentro, y a través, de una paideia democrática, que no brota como una planta sino que debe ser un objeto central de las preocupaciones políticas."
Finalmente, debe reconocerse que estimular la participación de la gente no significa saturarla de mensajes y discusiones, sino hacer coincidir sus intereses individuales con un ambiente propicio a la participación pública.
¿Las tareas pendientes?
Entonces, hasta lo dicho aquí, parecería que la idea es rescatar el SER CIUDADANO que significa poseer una serie de derechos y de obligaciones, entre otras elegir a los gobernantes e influir en sus decisiones. Eso supone un proyecto fundamentalmente cultural, que genere canales de participación democrática y que a la vez obligue al empoderamiento de los ciudadanos. Recuérdese que si no hay base cultural, la participación se puede convertir en una forma de rebeldía desde abajo o de movilización desde arriba.
El proyecto descrito debería incidir en las cuatro formas de participación política de los ciudadanos señaladas por MERINO (ya citado):
1. Ejercicio del voto
2. Campañas políticas de apoyo a los que postulan al poder.
3. Práctica de actividades comunitarias o de acción colectiva dirigidas a alcanzar un fin específico
4. Las derivadas de un conflicto en particular
En esa perspectiva habría cuanto menos los siguientes posibles espacios de afirmación de las políticas y acciones de la Institución:
- La libertad de asociación de los ciudadanos para participar en los asuntos que sean de su interés – Derechos civiles
- La diversidad de fuentes públicas de información – Transparencia de los actos estatales
- La libertad de expresión para todos – Control de medios de comunicación
- La selección de servidores públicos con criterios de responsabilidad de sus actos ante la sociedad – Vigilancia Ciudadana de los asuntos públicos.
- Las Garantías para que los votos configuren el gobierno, y de que hayan otras instancias de preferencias – vigilancia electoral.
El mecanismo de acción pública: El Cabildeo
En México existe el Movimiento "Ciudadano por la Democracia" que, entre otras cosas, viene impulsando el proyecto YO CIUDADANO, YO GOBIERNO, de cuyo "Manual del Cabildeo" hemos obtenido algunos conceptos importantes de cómo hacer influir las acciones de los ciudadanos en la esfera pública sin necesidad de participar de la lucha por el poder político expresado en el Estado.
La importancia del concepto de Cabildeo permite desarrollar y conceptualizar las técnicas y pasos básicos para planificar una campaña de incidencia política, dirigida a lograr cambios concretos en las decisiones gubernamentales o a impulsar políticas públicas desde lo civil.
El concepto de cabildeo, normalmente entendido como "la política del lobby", ha tomado cuerpo en el sentido de incidencia (movilización política de la sociedad civil cuyo objetivo es influir o persuadir a un actor con poder de decisión). En ese sentido, se debe entender como cabildeo al proceso de influencia o incidencia de la ciudadanía sobre los actores con poder de decisión.
Así, podríamos definir el cabildeo como "un proceso en el cual se fortalece la sociedad civil a través de promover su participación activa, organizada y planificada, para incidir en el ámbito de lo público, en el pleno uso de sus derechos humanos y constitucionales".
El método para efectuar una campaña de cabildeo consiste en ocho pasos, cuyas técnicas exigen reflexión y análisis participativo, éstos son:
Análisis del problema: El primer paso del cabildeo es definir una acción específica frente a un problema determinado que se desea impulsar.
Afinación de la propuesta: En segundo lugar se tiene que precisar exactamente qué se pretende lograr. Mientras más clara sea la propuesta, mayores son las posibilidades de éxito.
Análisis del espacio de decisión: Ya que está claro lo que se quiere lograr, se procede a analizar cómo se toma la decisión que se busca impulsar o influir.
Mapa de poder: En este paso se detecta a los actores que tienen influencia sobre aquel o aquellos actores que toman la decisión. Es decir, quiénes son todos los actores políticos y sociales relacionados con la decisión de la propuesta.
Autoanálisis: En esta etapa se identifican las fuerzas y las debilidades de la organización que impulsará la campaña de cabildeo.
Estrategia de influencia: La estrategia es la parte más creativa del cabildeo, en ésta se intenta definir cómo se puede tener influencia sobre los espacios de decisión, neutralizar oponentes, ganar y motivar aliados, e influir sobre los indecisos. La estrategia siempre se define en relación a quien o quienes se busca influir.
Plan de actividades: Las actividades son las tareas concretas a través de las cuales se pretende efectuar la estrategia y lograr las metas planteadas.
Evaluación continua: Después de realizar la campaña de cabildeo, habrá que evaluar cada uno de los pasos seguidos. Esto es de suma importancia, ya que se requiere saber con exactitud lo que se hizo bien y lo que se hizo mal, experiencia útil para que en las futuras campañas de cabildeo se afinen las capacidades y se corrijan las deficiencias del grupo en el proceso de incidencia.
Siguiendo con el razonamiento, la política del cabildeo permite desarrollar de manera mas adecuada, ordenada y exitosa la participación ciudadana en dialogo con el poder político.
NOTA FINAL
Milbrath sostenía que cada ciudadano tenía una forma específica de participar en la vida ciudadana –aunque no lo sepa- y obtenía una tipología de ellos: los gladiadores (los que se baten fieramente para satisfacer a los observadores que los observan y quienes tienen derecho a decidir), los apáticos (quienes van al estadio para ver el espectáculo pero prefieren abstenerse en las decisiones) y los espectadores (los que, desde las tribunas, transmiten mensajes, advertencias y ánimo a los gladiadores y, en un momento dado, deciden quien ha ganado una batalla específica).
La propuesta de EGREDEM debe ser que quienes son apáticos (especialmente los que por limitaciones sociales son excluidos y marginados) puedan ser espectadores o incluso lleguen a ser gladiadores. En el mismo sentido, los miembros de la institución debemos convergir a ser espectadores de la pelea desde determinado punto de vista y con determinadas ideas sobre como debe ser la pelea, las reglas que debe tener y el sentido final de ésta (los beneficiarios de la misma).
Recordemos la frase tan usada por Alain Tourein que podría ser una especie de ideario de este tiempo "Se trata de aprender a vivir junto con nuestras diferencias, a construir un mundo que sea cada vez más abierto pero que posea también la mayor diversidad posible. Ni la unidad, sin la cual la comunicación se torna imposible, ni la diversidad, sin la cual la muerte se impone sobre la vida, deben ser sacrificadas una a la otra. Es preciso definir a la democracia, ya no como el triunfo de lo universal sobre los particularismos sino como el conjunto de las garantías institucionales que permiten combinar la unidad de la razón instrumental con la diversidad de las memorias, el intercambio con la libertad"

domingo, enero 16, 2005

EL PERU - RAZONAMIENTOS




LA "INFORMALIDAD TRIBUTARIA" EN EL PERÚ
(ENERO 2005)
Luis Durán Rojo

Hace unos meses volvió a estar sobre el tapete de la discusión en América Latina el problema de la informalidad en la economía (o economía sumergida como la llama el FMI) y los problemas asociados que genera.
En lo que a materia fiscal importa, el problema lo hemos graficado de muy antiguo y tiene que ver con la llamada "informalidad tributaria", que comprende a las actividades ilícitas y a los ingresos declarados procedentes de la producción de bienes y servicios lícitos, de tal modo que incluiría toda actividad económica que, en general, estaría sujeta a tributación si fuera declarada a las autoridades tributarias. En buena cuenta, estamos hablando de la evasión tributaria que es un fenómeno complejo que tiene que ver con un tema cultural que está ligado con el sentido de relación que tiene el ciudadano con su Estado. Un ciudadano que no valora a su Estado bien porque nunca estuvo presente en los momentos trascendentes de su vida o bien porque fue formándose –por los medios de comunicación, escuela, familia, etc.– bajo la idea de que el Estado es un mal con el que tiene que convivir, no verá la "acción de tributar" como algo positivo o un deber a desarrollar.
Pero a su vez, si al frente encuentra un Estado fantasmagórico que supone tiene a la SUNAT como única real y seria presencia (que se encarga del cobro de tributos), mantendrá una enorme resistencia cotidiana en su imaginario a la obligación de tributar. La pregunta ¿para qué pagar impuestos si no veo claramente que se invierte en ventajas para mi vida cotidiana? surgirá inmediatamente en la población, lo que significa un elemento que horada profundamente la cultura del pago de impuestos.
Si a ello le agregamos dos fenómenos importantes sucedidos en el Perú: (i) los sectores excluidos –indígenas básicamente– fueron obligados durante los primeros años de la República a tributar para un Estado que nunca respondió a sus necesidades y que además les negaba la posibilidad de participar en su formación (el Perú debe ser uno de los pocos países en el que muchos de los que tributaban –los indígenas– no eran electores porque eran analfabetos), y, (ii) los grupos políticos han visto siempre que es necesario beneficiar a sectores productivos o sociales exonerándolos del pago del impuesto, en lugar de promover su participación en la tributación, lo que de alguna manera los volvería ciudadanos de primer nivel; queda claro que la evasión es una costumbre nacional de larga data y con muchas posibilidades de permanecer en el futuro.
Para luchar contra un fenómeno cultural tan amplio, es necesario que haya un proceso de "reculturización" tributaria que tiene varios niveles; entre otros, el inicio de una campaña nacional educativa que ligue la tributación al desarrollo y a la construcción de ciudadanía, que suponga que los ciudadanos estemos en capacidad de exigir a otros que tributen lo que les corresponde (especialmente exigiendo nuestros comprobantes de pago por las compras que realicemos) pero que también aprendamos a que es necesario que nosotros contribuyamos con los tributos a promover nuestro Estado, lo que sin duda nos hará ciudadanos de primera clase.
Asimismo, se necesita una claridad desde el entorno político que haga que nuestros gobernantes no vean el tema tributario como uno que sólo dé réditos cuando se establecen beneficios para grupos específicos o sectores de la economía determinados. También se requiere que haya un proyecto concreto que permita que el Estado y las instituciones tributarias funcionen sin presiones de grupos políticos o económicos determinados.
Pero no basta la lucha cultural, también es necesario hacer presencia del Estado que significa, entre otras cosas, que se vea una clara y decidida acción estatal en la lucha contra la evasión. Ello hará que los evasores que lo son por asuntos más allá de lo cultural, tengan aversión al riesgo y empiecen a cumplir con sus obligaciones tributarias.
En esto, como hemos señalado antes, la SUNAT ha estado actuando. Sus operativos de control caminero (que supone controlar el traslado de mercancías por el territorio nacional mediante el uso de las guías de remisión) y de control de comprobantes de pago mediante operativos de fedatarios han promovido la reducción de la evasión. Este esquema supone una división en el tratamiento de los contribuyentes, de tal modo que aquellos a los que resulta menos costoso fiscalizar se les realiza fiscalizaciones constantes (los PRICOS, por ejemplo) mientras que hay un gran sector a los que resulta sumamente caro cualquier tipo de control fiscal directo, para los que se diseñaron estos mecanismos aleatorios.
Así, potenciando la realización de acciones inductivas (acciones masivas que buscan generar el cumplimiento voluntario de las obligaciones tributarias al menor costo a través del envío de esquelas o citaciones y comunicaciones o cartas inductivas) y los operativos (acciones rápidas, sorpresivas y de carácter masivo, orientadas a la detección de situaciones de informalidad, a la generación del riesgo y a la creación de conciencia tributaria) podrían asegurar suficiente nivel de riesgo para controlar la evasión.
Ahora, más allá de esto último, este fenómeno de informalidad tributaria ha generado en América Latina el establecimiento de nuevos mecanismos de control tributario que suponen la captura del tributo (especialmente el IGV) en las etapas del proceso productivo donde hay cierta posibilidad de control tributario por parte del fisco porque uno de los sujetos intervinientes en la operación comercial es reconocido como formal.
Así, se crearon regímenes de retenciones (donde el comprador captura como agente del fisco el IGV que correspondería pagar a su vendedor –informal o semiformal- y posteriormente se lo entrega), regímenes de percepciones (donde el vendedor captura el IGV como agente del fisco respecto de operaciones futuras de venta que hará su comprador) o regímenes de detracciones (donde el comprador deposita en el Banco de la Nación un porcentaje del precio de venta a título de respaldo de tributos).
A partir de la implementación de estos regímenes, en el Perú, la SUNAT ha podido descubrir instancias de evasión increíbles que se habían imbricado en el mundo de la informalidad. Los niveles de conocimiento de esa realidad hoy son mayores para la SUNAT y para el conjunto del país que vemos boquiabiertos la cantidad de evasión que hay y la capacidad de cortarla directamente.
Estos instrumentos definitivamente han funcionado (las cifras son importantes, en el año 2004 se incorporaron 168,462 nuevos contribuyentes al Régimen General, lo que es un aumento de 42,8 por ciento con relación a los contribuyentes incorporados en el 2003) pero puede no funcionar en el futuro básicamente por razones políticas, en el sentido de que la presión de los informales por no ser "formalizados" a la fuerza, pueda provocar la intervención de los sectores políticos dispuestos a apoyarlos máxime si la formalidad –como señalamos al inicio- puede generar que muchos de ellos acaben fuera del mercado.
Ahora, la SUNAT ha visto las ventajas del sistema y empezará a incluir nuevos productos o sectores, como de hecho ya se anuncia se hará al incorporar al régimen de percepciones a los comerciantes de abarrotes. Queda claro que aquello que se concibió como un instrumento más de lucha contra la evasión progresivamente irá pasando a ser "El Elemento", con lo que la idea de transitoriedad de estos regímenes habrá tornado en permanencia.
El problema con eso es que justamente serán agentes de percepción, detracción o retención los contribuyentes formales, a quienes se les ha cargado de una cantidad de obligaciones formales sobre la base de un esquema normativo totalmente engorroso que pronto empieza a hartar. Hoy no es posible un manejo responsable del IGV en las empresas si no se conoce al dedillo los aspectos vinculados a estos regímenes.
Por eso, es posible que los formales empiecen a generar sinergias entre ellos para discutir con el Estado a título de qué se les recarga sus labores de colaboración con el fisco. Si esto último ocurre, junto con los otros riesgos, no dude usted señor lector que empezaremos un proceso de nueva discusión sobre la necesidad de la existencia del propio Estado, discusiones que ya le han hecho mucho daño al país.
Por eso la Administración debe reparar seriamente sobre los alcances de sus diseños de lucha contra la evasión. Debe utilizar estos instrumentos de intervención como mecanismos temporales y no permanentes. Pasada la acción de captura de evasión, estos mecanismos deben desaparecer, para lo que ya deberíamos estar pensando tranquilamente sobre un diseño tributario que tome en cuenta el elemento de la informalidad, no para hacer que el formal sienta que es costoso serlo sino para que el informal vea que formalizarse es lo menos riesgoso. Para eso requerimos normatividad clara y predecible, volver a personalizar la obligación tributaria e iniciar un proceso paulatino de devolución de derechos a los contribuyentes, entre otros, el de que no deban asumir el coste de la formalización de otros ciudadanos.
Al respecto, es bueno recordar que, conforme señalan serios estudios fiscales, lo que genera informalidad tributaria no es necesariamente el mantenimiento de alícuotas altas de impuestos por sí mismas sino la aplicación ineficaz y discrecional del sistema tributario por parte de los gobiernos. Ampliar la base tributaria, sin crear sistemas enrevesados y costosos, promover mayor frecuencia de auditorías tributarias y aplicar sanciones fuertes a la evasión de impuestos podría reducir el volumen de la economía informal. La vieja frase acuñada por la CONFIEP a inicios del año 1992 ("Pague más impuestos para que el Perú sonría") debe volver a ponerse en el tapete sin dar tregua a la informalidad, pero añadiéndole aquella otra de que "el Contribuyente tiene derechos para defender la justeza de su pago" y esto último es tarea de todos, pero especialmente del Gobierno.